martes, 20 de mayo de 2014

Los arquetipos de Diosas en cada mujer, por Laritza León.


Según Carl Jung los arquetipos son memorias inherentes representadas en símbolos mitológicos. Los arquetipos son una concentración universal de energía.


Deepak Chopra por su parte sugiere que estos arquetipos viven en nuestro interior de una manera potencial o dominante, pero ahí están todo el tiempo.

Jean Shinoda describe en su libro, que a pesar de existir diferentes Diosas y Ninfas en la mitología, 7 son consideradas principales para encontrar los arquetipos en cada mujer. Estas son: Hera, Afrodita, Persefone, Deméter, Artemisa, Atenea y Hestia.

Para mí, el descubrir estos Arquetipos ha sido una herramienta maravillosa no sólo como mujer, sino como madre y empresaria. Es de pronto hacerme consciente del maravilloso mundo mitológico dentro de mi, y sentirme empoderada de las Diosas arquetípicas que no son otra cosa que diferentes concentrados de la magia que envuelve a toda mujer... a cualquier mujer.

Hera es la “Diosa majestuosa”, bella, y regia. Diosa del matrimonio, y del compromiso: la esposa. Líder de empresa, ejecutiva poderosa, cabeza y centro de enormes movimientos sociales. Es también la esposa, la compañera leal, la pareja estable, la imagen detrás del hombre y el centro del hogar.

Afrodita “Diosa del amor”, es la amante, la digna representante de la belleza y de las artes. Es también musa, representada en diferentes obras artísticas, en ella se basan todas las herramientas propias de la seducción que tanto atraen al genero opuesto.

Persefone “la doncella”, mujer receptiva, la hija, vulnerada de pequeña, reina del mundo subterráneo. Aprende a vivir en los dos mundos y es atada al mundo subconsciente. Desarrolla la cualidad del desapego y vive entre dos mundos.

Deméter, “Diosa de las cosechas”, la madre, la nutridora, la que sustenta. Es cariñosa y amorosa cuidadora, y al mismo tiempo mujer capaz de destruir por proteger a un hijo. Vive para ser madre y en base a eso puede tomar un sin fin de decisiones a lo largo de su vida.

Artemisa, “Diosa de la caza”, de la luna, rival y hermana. Auxilia y apoya sin pensar al género femenino, por lo cual puede ser una fuerte rival en el mundo competitivo de los hombres. Ama a los animales y a la naturaleza, pero para ella sus retos están en función de una buena cacería. Es la hija favorita de Zeus a la que le regalo su independencia.

Atenea, “Diosa de la sabiduría”, es la estratega. Al estar consagrada a ampliar su conocimiento y sabiduría puede sacrificar muchas cosas. Al mismo tiempo puede estar siempre atraída por hombres cultos, sabios, maestros, y científicos. Es estratega por naturaleza, y su habilidad aparece reflejada en las más importantes batallas de la mitología.

Hestia, “Diosa del hogar”, y de los templos, es una mujer introspectiva y espiritual. Es la presencia que se siente, es el fuego del hogar, la iluminación. Protectora de los templos, como el de la mente, el cuerpo, la casa, creadora de altares. Poseedora de un gran independencia que puede orillarla a la soledad. Ella ama su espacio y estar sola, es su casa donde se siente fuerte, reconfortada y protegida.
En algún momento de nuestra infancia, nuestras Diosas predominantes se manifestaron majestuosamente, sin embargo, no todas pudimos contar con la suerte de que nuestros padres, maestros o guías lo notaran y reforzaran su presencia. Es más, desafortunadamente, esas Diosas pudieron verse en la necesidad de ocultarse y dejar que otra fuera, por así decir, la que se manifestará por ser menos amenazante a nuestro entorno o más adaptable a las circunstancias de esos momentos.
Por ejemplo, posiblemente fuimos educadas para convertirnos en Hera la esposa, aunque en nuestro interior la Diosa predominante fue Artemisa. O posiblemente fuimos educadas para ser una Atenea y en nuestro interior Afrodita fuera quien realmente regía. Esto sin duda provoca controversias en nuestra vida y una sensación de inadecuación difícil de explicar.
Aquí lo importante es reconocer, que todas viven en nuestro interior como parte de una personalidad femenina, y que ninguna es mala. Sólo que si sabemos cual de ellas es quien tiene más fuerza podemos balancearla o enriquecerla con las demás.
Como mujer, madre y empresaria, me he servido de esta herramienta, para concentrarme en mis tarea o a la hora de tomar decisiones. Por ejemplo, si me encuentro en una disyuntiva del trabajo puedo invocar a Atenea, Artemisa o tal vez a Hera (como líder), si es un tema de maternidad u hogar a Hestia o Deméter.  En lo relativo al amor, es importante ubicarnos con Afrodita y dejar descansando a Atenea. Si estoy en un proceso de profundizar en mis sentimientos o necesidad de desapego probablemente  deba invocar a Perséfone sin temor.
La femineidad, en ningún momento se pelea con la razón y ha dejado de ser un estandarte en contra del sexo opuesto, o un escudo donde sentir deba esconder una fuerza interior. 
Ser mujer radica en hacer las paces con todas esas cualidades y sacarlas a la luz. Traerlas a este mundo, dar nacimiento a la creación, no sólo con los hijos, sino también con los sueños, las ideas, con el arte. No sólo ser compañeras sino también protagonistas.


                                                   Hades rapta a Perséfone, hija de Deméter.