Por Déborah Buiza G.*
¿Qué sabe uno de
ser padre o madre?
Tal vez pueda uno tener algún tipo de información previa o
referencias por los pequeños familiares, muchas fantasías y sueños de cómo son
los hijos y de cómo es ser padre o madre y aún más, altas expectativas de cómo
seremos nosotros ejerciendo la paternidad o la maternidad.
La realidad
supera toda información previa, toda expectativa, todo sueño. Ser papá o mamá
es una experiencia que muchas ocasiones desborda, descontrola nuestras rutinas,
rompe nuestros límites físicos y emocionales, reta nuestras creencias y
prejuicios, nos confronta con nuestra historia personal y familiar, con
nuestros miedos y fantasmas, nos cuestiona quienes somos y quienes podremos ser,
y ni siquiera es así por tener un hijo con alguna necesidad especial o bajo
circunstancias complicadas, es el día a día que te prueba.
Con hijos (as)
uno sabe de que esta hecho… y también de lo que no. Paciencia, prudencia,
espontaneidad, curiosidad, tolerancia a la frustración, capacidad para resolver
problemas bajo situaciones de alto estrés, visión periférica y de 360°, alta intuición
desarrollada, sensibilidad, resistencia física a los horarios demandantes de
actividad y concentración, creatividad, rapidez para hacer las tareas
cotidianas, gran capacidad de asombro, adecuada gestión de las emociones,
manejo adecuado de la culpa, saber delegar tareas y responsabilidades,
habilidades de comunicación… y una profunda fe para saber que pase lo que pase
ellos estarán bien y nosotros también.
No, nadie te
dice que eso se necesita para ser padre (entre muchas otras cosas más), y no
resulta obvio porque somos millones ejerciendo, pero el hecho de hacerlo no
significa que es todo lo que se puede hacer. Últimamente he escuchado a manera
de justificación, liberación de culpa o reductor de ansiedad ante la crianza frases
como “eres la mejor madre/ padre para ese bebé”, “hagas lo que hagas lo estás
haciendo bien” pero ¿en realidad lo estamos haciendo bien? Y ¿si pudiéramos
hacerlo mejor? Si somos sinceros y honestos con nosotros mismos, la verdad es
que se hace lo que se puede con lo que se tiene. Nosotros somos lo que tenemos
para ser padres.
Valdría la pena
detenernos en la loca carrera y cuestionarnos lo que creemos, conocemos y lo
que hacemos en la crianza de nuestros hijos, así sin culpa y sin remordimientos
por lo ya hecho, buscar ayuda en los temas que vemos que podemos mejorar y
probar, probar y probar hasta encontrar lo que mejor nos funciona como familia,
siempre buscando el bienestar y la felicidad.
Ejercer la
paternidad y la maternidad con los mejores resultados no es una cuestión
instantánea o espontánea, siempre hay algo que se puede hacer mejor o diferente
pero se necesita aventurarse y trabajar en uno mismo para que la ignorancia,
los prejuicios y las emociones desbordadas o negativas no generen conductas que
afecten a nuestros pequeños, y es que uno no puede dar lo que no tiene, como poner
límites y enseñarles inteligencia emocional si uno no puede ponerse límites y
ser disciplinado, ni gestionar adecuadamente las emociones o tomar decisiones,
esto por poner un ejemplo.
No caería mal un
poco de humildad para reconocer que no nacimos siendo padres ni sabiéndolo
hacer, para auto observarnos y reconocer que un poco de ayuda nos vendría bien
y que podemos hacerlo mejor, por el bien de nuestros hijos y de nosotros
también, para que ellos tengan un mejor futuro y nosotros un mejor presente.
Pero ¿qué tipo
de ayuda? De todo tipo, incluyendo la divina (en lo que usted crea), y es que
la tarea no es sencilla sino titánica y además constante. Busque especialistas,
documéntese, trabaje en usted mismo, genere una red de apoyo en la crianza, no
se quede solo, haga equipo con otros papás, asista a “Escuela para padres”,
etc.
Usted y su
familia valen el esfuerzo y el empeño que se pueda poner.
*Especialista en desarrollo humano,
psicóloga, terapeuta, comunicóloga, organizadora de eventos, makeup artist,
corredora y mamá.
Sígueme en twitter: @DeborahBuiza
No hay comentarios:
Publicar un comentario