miércoles, 5 de abril de 2017

Violencia en niños

Cuando hablamos de maltrato infantil nos suena como algo tan inconcebible que no vemos lo común que es. Porque a veces, una mirada, un castigo o una reprimenda también duele, igual que una cachetada, pero de eso muchas veces no nos damos ni cuenta. Podemos hablar de maltrato físico o psicológico, este último muy poco visible, pero para nada invisible, solo debemos fijarnos un poco.

     Se debe concienciar a los padres, que los golpes no educan, dañan y dañan mucho más de lo que nadie se puede llegar a imaginar. Por lo general, los castigos son unos de los métodos educacionales más recurrentes por los padres y estos pueden implicar gritos, insultos, empujones, rasguños, pellizcos o golpes. Quizás muchos padres que adoptan estas conductas no lo consideren maltrato (cabe dejar claro en este punto que si lo es) porque piensan que si a ellos le funcionó de pequeños, a sus hijos también. Y comento esto, porque la mayoría de los padres que someten bajo violencia a sus hijos, en su infancia sufrieron maltrato.

    Es por eso, que muchos padres sólo conocen esta forma de "educación". Lo importante, es entender, que estas reprimendas pueden suponer graves trastornos en los niños a largo plazo, dejando secuelas de por vida tanto físicas como psicológicas las cuales, y según estudios realizados, se correlacionan con una mayor probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, respiratorias o incluso cáncer.

¿Qué tan vulnerable es un niño? Un niño es uno de los seres que se encuentra en dos vertientes, es decir, su desarrollo puede aprovecharse al máximo para “explotar” todas sus capacidades y sentidos. Pero por otra parte, es frágil ante situaciones difíciles y al no ser independiente debido a que necesita atención, amor y satisfacer necesidades básicas, los niños más vulnerables se encuentran entre los 3 meses y los 3 años. 

La Unicef estima que en México, el 62% de los niños y niñas han sufrido maltrato en algún momento de su vida, 10.1% de los estudiantes han padecido algún tipo de agresión física en la escuela, 5.5% ha sido víctima de violencia de sexual y un 16.6% de violencia emocional. Estos números arrojan información base para tomar cartas sobre el asunto y conocer más sobre las causas que llevan a los adultos a accionar con violencia ante los niños.

Las causas más frecuentes están relacionadas con el mal manejo de ira, ansiedad y otras emociones. Un adulto que presenta estos síntomas de manera crónica y que no sabe canalizarlos adecuadamente puede caer en estas conductas por perder el control ante situaciones estresantes. Es difícil mantener un margen cuando no se conoce bien la etapa por la que un niño está pasando, el adulto se desespera al desconocer que es lo que el niño necesita, pide y quiere. Así mismo, la mayoría de los que ejercen violencia a niños normalmente responde a que a  ellos los maltrataban en la infancia; por lo tanto, el ciclo se repite y mientras no haya una intervención no se podrá cortar el ciclo violento adecuadamente.


Algunas medidas recomendadas son:
  • Capacitar a los maestros para la detección temprana dentro de la escuela, ya que algunas veces los síntomas son tan fáciles de detectar que no se les pone atención.  Por ejemplo un niño que se encuentra aislado pasa desapercibido se busca indagar más en sus comportamientos e informar a los padres de familia sobre el desarrollo óptimo del niño.
  • Es indispensable que los padres y adultos se encuentren sanos en mente, cuerpo y emociones, ya que de lo contrario solo perjudicarían el desarrollo de sus hijos.
  • Que los padres o adultos cuidadores  aprendan a expresar sus emociones de manera sana y constructiva.
  • Las emociones negativas como el enojo, la tristeza, la impotencia o frustración; se recomienda descargarlas en objetos neutros (como patear un balón, hacer ejercicio, gritar en el campo, golpear una almohada)  y no desquitarse con los niños. 


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